sábado, 30 de enero de 2016

Palablahs.



Nunca sé a dónde quiero ir a parar. Quizá porque no hay parada, quizá porque no hay destino.

Las palabras se me antojan cada vez más vacías. Puede que por eso nunca me gustara la poesía, no pienso en las letras de las canciones si no me paro a hacerlo y escribo sin saber cómo voy a terminar.

Hay gente que busca el conocimiento. Sus capacidades se lo permiten, absorben información escrita y la retienen incluso con la capacidad de usarla. Construyen presas en un río mental que para mí siempre ha sido algo imparable, aún a veces calmado y cristalino. Pero hay gente que no busca (o no encuentra) el conocimiento, al menos no leyendo o siendo unos sesudos estudiantes, o no siempre. Quizá todos alguna vez. Me es imposible concretar, pues no lo sé.

Es curioso como tiendo a sentirme superior a todos aquellos que se entregan a vicios y placeres a veces dañinos. Ver que la gente se entrega con tanta pasión al tabaco, mirarles y pensar "¿se habrán parado a pensarlo?" No sé a qué me refiero, ¿a si saben que es "malo"? No hace falta leer para saberlo al igual que no es necesario pensar para hacerlo. Así que teniendo la misma información, ¿por qué me siento superior? Hay algo salvaje y primitivo en los vicios que no hay en las palabras (quizá sí en ciertas palabras como en algunas de Bukowski, por ejemplo). Tendemos a embellecerlas y a dejar que se encarguen de cosas que les superan. El amor, los sentimientos, la tristeza. No pueden, y eso que la humanidad se ha esforzado. Incluso me parece que cuánto más sencillo, más acogido a algo auténtico, mejor. ¿No es preferible, al final, un "te quiero" sincero que un "te quiero porque..."? ¿Hay acaso razones para querer que no sean pensadas, impuestas o malinterpretadas? ¿Es el amor algo razonable?

Se dice que vale más una imagen que mil palabras. Seguramente la equivalencia sea la misma para un abrazo, una patada o una mirada. Darme cuenta de que pensamos en palabras fue como una bofetada

Las palabras están vacías pero seguimos intentando llenarlas. Al menos intentamos llenarlas de lo mismo y por eso a veces hasta parece que nos entendemos, hasta cuando por culpa de ellas nos pasa todo lo contrario. Desde novelas a versos, pasando por te quieros y entradas de blog, queremos transmitir lo imposible. Pero imposible es sólo otra palabra.

Me es inevitable pensar que pensar es un error. Al menos haciéndolo en palabras.