viernes, 4 de septiembre de 2015

Nadie sabe qué es el amor.

A veces veo cosas que no me abandonan, a no ser que no me acuerde de ellas.

Leí que el amor son sólo palabras para conseguir lo que queremos. 

Yo me considero un poco romántico, siempre sin hablar de la escuela. Lo malo es que es una palabra que se ha vuelto fea porque su significado viene con ciertas cosas que se han comercializado y estereotipado como el día de San Valentín. Para ser romántico necesitas un día, flores cortadas y bombones y quizá ser un poco demasiado dulce y cursi para camelar a una dama.

Para mí ser romántico es otra cosa. Tiene mucho que ver con la dulzura, en realidad. Pero es algo que no tiene sexo ni etiqueta, no tiene pautas, como las mejores cosas. Tiene mucho que ver con enamorarse, aunque para mí y para otros también es una palabra con otro sentido más allá del que ahora es convencional. Enamorarse en el sentido de dedicar tiempo sin medirlo. Sí, porque el tiempo es una ilusión que dosificamos y medimos de extrañas maneras pero cuando único importa es cuando realmente no lo cuentas. Estamos atados a darnos cuenta porque luego miramos el reloj y exclamamos ¡qué tarde se ha hecho!, pero al final eso es lo de menos.

La naturaleza no es algo aparte de nosotros. No somos más que ella, somos parte de ella. Cosas como las estrellas pueden ser sólo luz, pero hay otras maneras de mirarlas que resultan sobrecogedoras. Incluso pensar que son sólo luz lo es. Y me doy cuenta cada vez más de que puedes mirar todo en esta vida de esa manera. El simple hecho de extender el brazo y mover los dedos con sólo pensarlo es increíble. Que cada individuo a nuestro alrededor tenga su propia mano que mover y cosas sobre las que fascinarse es maravilloso. Esperamos para apreciar este tipo de cosas sólo cuando no las tenemos o no las podemos ver, porque de alguna manera preferimos quejarnos de lo que no tenemos y siempre lo que duele llama más nuestra atención. No tiene por qué ser así, no siempre.

El momento de enamorarse es ahora. De ser un poco románticos sin necesidad de cortar flores. De transmitir a otra gente lo bonito que es esto o aquello sin necesidad de recordarles que hay gente que no tiene esta cosa o la otra. El amor son sólo palabras, es cierto. Sé que es cierto porque siento que es cierto, porque sé que lo que quiero de mi pareja, de mi familia y de mis amigos es cariño, aceptación y comprensión. Y si escribir o decir ciertas cosas es lo que hay que hacer, lo haremos. Porque estamos enamorados, porque somos románticos, porque medimos el tiempo, porque sí.

Y lo mejor de todo es que no sólo tiene que ser algo sentimental con otra persona. Sólo hay que mirar al cielo o extender la mano. Hasta donde yo sé.

sábado, 6 de junio de 2015

Amistad es.


Usemos el plural para embellecer, y disfracemos a la queja de cuestión.

Qué será la amistad.

Por suerte o azar, personas que no tienen parentesco conmigo se han cruzado en mi vida y han estado ahí en determinados momentos en los que simplemente hemos compartido minutos de reloj. Si el encuentro planeado será grato, lo único que se suele calcular es cuándo empezarán a contar. Los minutos, también.

Mis dos grandes maestros de la amistad han sido el Zorro del Principito y una cita de Walt Whitman. El Zorro me enseñó que hay un proceso, que hay emociones implicadas, y que hay una pérdida, y a veces incluso una ganancia. Y esa misma última idea me la recuerda siempre el bueno de Walt, pues la cita es una de las que nunca quieren abandonarme. "He aprendido que estar aquellos que me gustan es suficiente".

Supongo que sí. Es suficiente, y hay que aprovecharlo mientras dure. Eres feliz, pasas un buen rato, haces lo que quieres con aquellos con quienes vas y otros dirán que gracias a los mismos sabrán quién eres tú sólo por andar con ellos. Esa sabiduría popular también indica un poco otra de las que supongo serán las claves de la amistad: la afinidad. Y ahí es donde está el conflicto a veces. 

Y es lo que explica que no andes con todo el mundo, o con los mismos siempre o hacia el mismo lado. 

Será eso a lo que se le da tantas vueltas, lo de que la gente cambia. O que cambias tú. Me da que al final va a ser que sencillamente somos personas aleatorias en el universo. Que tenemos un concepto muy de película de la amistad, al menos yo, que todavía creo que los "amigos" que conservo deberían querer estar siempre conmigo y compartir ciertas cosas y cumplir ciertas reglas, como si todas estuvieran escritas en un manual. Lo que ha hecho el cine y la la literatura, que no se si es daño, pero es extraño. Como si se pudiera acordarse de todo el mundo y mantener el contacto con todos los que has compartido minutos, y hubiera tiempo en un día para mandarles a todos un mensaje y saber cómo están. Como si quisieras. Como si los buenos momentos pudieran repetirse sólo con mirar hacia atrás. Como si te gustara todo el mundo igual según pasa el tiempo. Como si la gente no se antepusiera a si misma a cualquier otra cosa.

Y nada, que ya quedamos un día. Si eso.

sábado, 7 de febrero de 2015

Para quien le interese.


Pocas cosas hay con tanto contenido como el interés. Como si la tilde aspirara a tocar el cielo y, una vez allí, bajara en el tobogán de la s para subir otra vez.

Creo que hay del bueno y del malo, como el colesterol. Pero si pensamos en que nada es todo bueno o todo malo... bueno, tal vez ese es el nudo de una historia diferente. En cualquier caso, el interés económico suena feo. El interés referido a la inclinación, por otra parte, ya suena mejor. Quizá porque nos guste dejarnos llevar, y caer en consecuencia.

Hay quien alguna vez me ha mirado horrorizado al oírme decir que todas las relaciones son por interés. Tal vez porque no quieran verlo, tal vez porque se han caído muchas veces, tal vez. Pero es una de esas verdades que me parece que trasciende y que, si alguna vez encontrara algo que convirtiera en esa teoría absoluta en errónea, me desasosegaría. Seguro que alguna vez le ha pasado a alguien. Seguro que no soy el primero que busca la excepción, seré uno de los muchos que han intentado enumerar cosas que, si suben, no vuelven a bajar.

Pues sí, creo que sí. Que por muy noble que sea el interés y lo que quieras a cambio sea eso tan complicado pero sincero como el amor (o simple como una sonrisa o un buen rato), interés sigue siendo. Un acto de amabilidad tiene una sensación reconfortante a cambio, y si no es correspondida... ay, si no es correspondida. Quizá todos queramos por interés y no sólo los que deliberada y malignamente utilizan y manipulan a alguien sean los interesados. Y eso no debería enfadarnos. Parece bastante natural, dado nuestro egocentrismo vital. Si das y no recibes, tampoco te enfades. Simplemente está desequilibrada la balanza y estás poniendo más interés del que vas a recibir, y eso es algo que, por supuesto, tu interés acabará solucionando tarde o temprano. Yéndose. 

Puede que aquí haya que retomar lo de que nada es del todo bueno o del todo malo. Nadie es igual, ni ninguna circunstancia universal. Y "nada", que me desasosiega el sacrificio. Eso de matar algo de ti, o a ti, en favor de otra persona. No sé si es real o lo he visto sólo en las películas, y no me atrevo a cuestionar a esos mártires ni a ensuciar su memoria si la gente prefiere verlos como entes completamente puros. No sé, si eso es verdad que pasa, si es que no les da tiempo a pensar qué es lo que tienen a cambio, qué es lo que ganan incluso cuando dan la propia vida. ¿Una madre por un hijo, podría ser ese el hipotético caso de sacrificio desinteresado absoluto? No lo sé. Y me desasosiega.

Y por eso confío ciegamente en el interés. No decepciona si sabes como funciona. Das, dan. Quieres, quieren. Consciente o malignamente o no, debe ser así. Si escuchas o lees con interés, quieres recibir algo. Si algo interesante o que tiene interés, queremos absorberlo.

Gracias por leer.
Espero que os haya resultado